Sobre la voluntad
- José Pablo Segura Román
- 1 ago 2018
- 16 Min. de lectura
"Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad" (Gramsci)
¿Qué es la voluntad?
La voluntad otorga sentido de vida. Nietzsche decía que aquél que busca ante todo el buen sueño, no le ve mayor sentido a su vida que al estar dormido (Nietzsche, “De las cátedras de la virtud”), a lo que también se le podría agregar que para aquél que vive para la “fiesta” que en realidad es embriaguez, no hay más sentido en la vida que el placer inmediato y llenar los vacíos. El problema de esto es que la verdadera vitalidad se encuentra en la libertad y en el ejercicio de la voluntad, por lo tanto, solo es capaz de vivir aquél que se cree sus propios medios de vida y afirme aquello que decide poder hacer desde su voluntad, o bien, que afirme aquello que decide desde su voluntad de poder.
Para Nietzsche el cuerpo va antes que el espíritu (Zaratustra, “De los trasmundanos”) porque de las experiencias del cuerpo se forma el espíritu y del espíritu nace la voluntad. Somos eteramete cuerpo, pues el sí-mismo, es el gran espíritu, y el sí mismo no es más que aquellos deseos y voluntades primarias del cuerpo (ibid.).
El espíritu va más allá de aquel aire que respiramos para darnos vida, el espíritu es la forma de exhalar e inhalar ese aire. La transformación de esta forma a partir de la experiencia práctica nos da el movimiento del espíritu que nos hace enfrentar en un rompimiento de viejos esquemas y nos transforma mientras estamos transformando al mundo, esa transformación activa-práctica es la voluntad naciente del espíritu.
Para Nietzsche los hombres de conciencia tranquila son el rebaño (Nietzsche, “Prólogo”, §4), cosa que se podría reinterpretar como conciencia tranquila al cinismo de vivir en un mundo que está siendo asesinado por el propio hombre que, a su vez, se mata a sí mismo y no solo limitaros a definir “rebaño” como al ser de aquellos seguidores de viejas tablas. Haciendo una analogía, podría decirse que la voluntad hace que la obscuridad de la noche se haga obscuridad de la madrugada, es decir, que la voluntad provoca que del abismo nazca el porvenir de la luz de un sueño de una nueva existencia humana.
Jesús a través de Mateo también nos da palabras que sirven como analogía para describir a la voluntad como experiencia activa, pues dice: “¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va al estómago y después termina en el basural? En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón y eso es lo que hace impura a la persona” (Mateo 15:17-18). Aquí uno se preguntaría sobre dónde está la voluntad, pero si hacemos una lectura profunda, podríamos decir que en el estar activo y en el estar dispuesto a mancharse a través de lo que nace de la intimidad (atravesada por otros) del pathos, se da la forma en que se hace activa la pasión del corazón, es decir, que la voluntad no es lo que tragamos pasivamente y defecamos como sentido común, es estar dispuesto a mancharse de realidad pasional humana a partir de la acción activa de lo que nos mueve a decir lo que decimos. Y así como Marx nos decía que la crítica no es una pasión del cerebro y es el cerebro de la pasión (Marx, 2017), la voluntad no es la pasión de la acción, es la acción de la pasión. La acción del cerebro de la pasión es la voluntad de la crítica.
Voluntad y praxis
Como primera sentencia, habría que tratar el primer nexo teórico que encuentro entre Gramsci, Marx y Nietzsche: La voluntad de poder no solo es poiesis, también es praxis. Un ejemplo muy claro está en el holocausto, puesto que “la ideología nazi convierte al pesimismo de la vida de uno sobre el otro en voluntad de poder” (Beauvoir), y fue justo ahí cuando estaba en crisis de legitimidad la gran burguesía, entonces, la voluntad, en primer lugar, se ejerce de acuerdo con cómo se concibe la realidad a partir de cierta conciencia histórica, por lo que, reafirmo, es praxis. De aquí es que se puede afirmar lo siguiente: La voluntad real es bastante similar a un acto de fe, pero necesariamente implica una conciencia histórica[1], es decir, que es la conciencia de hacerse sujetos de historia a través de la memoria del paso de la existencia humana (entendiendo a la memoria como interpretación del sujeto sobre el pasado de sí mismo y del colectivo, que almacena cierta noción de la realidad para generar conciencia), por ejemplo, los propios zapatistas, que han optado por hacerse responsables de su devenir histórico al asumirse como seres y no como simples negaciones de la lógica del arkhé de la “policía”[2] mexicana.
Pero el ejemplo dado anteriormente tiene una característica peculiar, puesto que parte de un colectivo, no de sujetos individuales, por lo que habría que decir que la voluntad colectiva es la agrupación orgánica de las distintas conciencias históricas con un rumbo activo dentro de su proceso histórico, pues no podría haber un protagonismo dentro del drama histórico con una desarticulación social. Con esto niego la tesis de que la voluntad colectiva es la agrupación de distintas voluntades individuales, pues tomando esto como premisa básica, nos daríamos cuenta de que tendríamos, necesariamente, que someter varias “voluntades” a la subsunción de una voluntad mayor que predomine sobre las demás[3], porque de otra manera ¿cómo podríamos tratar una civilización orgánica a partir de la dispersión de la multiplicidad individualizante (no colectiva)?
Quizás no haya una respuesta certera, pero Gramsci ya se ha adelantado diciendo que para conformar un nuevo bloque histórico, es necesario que el nuevo príncipe (entendido como mito o significante vacío) "se encargue de formar una voluntad colectiva nacional-popular [...] y que haga una reforma intelectual y moral" (Gramsci, 2001), es decir, que se encargue de los asuntos de la iglesia y los demás aparatos ideológicos, mientras se encargue de reformular el espíritu a través del discurso y acción pasional (praxis) y no a través de "ser una fría y pedante exposición de raciocinios" (Gramsci, 2001). Entonces, sintetizando la idea anterior, podría decirse que para hacer activa a la voluntad en el proceso histórico es necesaria la voluntad colectiva, no la voluntad de un mal llamado “superhombre” individual, individualizante e individualizado.
Por otro lado, Nietzsche tiene una concepción distinta de la voluntad, pero que es complementaria. Él sugiere que tengamos una nueva voluntad en donde ésta sea “afirmar y aceptar el camino que el hombre ha recorrido a ciegas" (Nietzsche, “De los trasmundanos”). Pero aquí hay un posible problema, pues, por un lado, la afirmación implica estar activo, mientras que, por otra parte, el aceptar implica una pasividad, pero creo que la pasividad se encuentra en aquél punto que uno no puede controlar, que es el drama histórico que nos ha llevado a donde estamos, es decir, los actos pasados creadores de este presente (pero recordando que cada momento pasado, fue a su vez un presente que pudo haber sido distinto y que, por lo tanto, pudo haber sido transformado de manera distinta. No se niega la parte activa del hombre dentro de la historia porque, de hecho, el hombre es el que hace la historia, lo que digo es que la construcción histórica previa a nosotros no la podemos alterar dentro de su temporalidad, sino que la podemos usar para hacer historia futura) y la parte de afirmar implica la capacidad activa de tomar partido y hacerse responsable de este drama. Quizás, a esto también se le podría llamar “fortuna y virtú” (Maquiavelo, 2014), por lo que podría realizar otra sentencia: La voluntad es la capacidad de ejercer la virtud dentro del devenir del drama histórico.
La voluntad es la conciencia de hacerse sujetos de historia a través de la memoria histórica. O sea, es el motor de la praxis; es asumir nuestra conciencia histórica que se enfrenta a la realidad del ser humano para destrozarla y construir una nueva posibilidad de hacerse en el mundo, por lo que hay una ruptura del kronos para abrir el kairos.
Política de la voluntad desde la subalternidad
Ahora, desde Lefort, podría decirse que la política de la subalternidad va más allá de una respuesta reaccionaria, es una política de acción que se genera para hacer valer su voluntad, su no ingenuidad, sus sueños y sus realidades materiales. La búsqueda de los subalternos dentro de su campo de acción político es la posibilidad de llegar a un “deber ser”. De aquí podría ahondar más en el tema de la voluntad para generar un campo de acción dentro de lo político:
La voluntad es el eje rector del camino hacia el deber ser, es la fuerza motriz que podría llevar a un movimiento hacia la victoria y a lograr hacerse presente dentro de las posibilidades del orden de lo real. Como ejemplo práctico, puede verse lo que pasó con los movimientos de Cuetzalan en estos últimos años, que tienen ante todo un principio creador nacido de voluntad para oponerse al gran capital y sus mega proyectos a través de la resistencia organizada, no son agentes pasivos esperando a que un grupo externo vaya y los “salve” o “domestique”, pues hay conciencia de que la creación de autonomía y de la organización del mundo parte de la “voluntad de poder” (Nietzsche, “De las mil metas y de la única meta”)[4]. Así pues, podría decir que la voluntad en estos términos es colectiva, pero no se desliga de la concepción de amigo-enemigo de Carl Schmitt, por lo que la organización colectiva enfrenta, necesariamente, a una voluntad distinta.
Sobre la prudencia de la voluntad
Debido a mi ignorancia en textos, diría que no he conocido alguno que trate a la prudencia de la voluntad como temática importante, pero todo trabajo de sabio debe de estar consciente de que se debe de trabajar de acuerdo con el contexto, por lo que habría que hacer aclaraciones sobre la prudencia de este tratado y de su tema central en el presente mexicano:
En México la problemática social es evidente, pero por causa de las intenciones del trabajo que estoy tratando de hacer, no me interesa profundizar en ese tema, pero, sí me gustaría hablar desde el ejemplo de la ideología. Al respecto se podría decir que en este momento histórico el “pueblo” no está en una posición en donde se pueda hablar con normalidad de algo como “el comunismo” o algún proyecto político que busque alguna “sociedad humana y una humanidad socializada” (Marx), pues es bien sabido que la propaganda estadounidense en América Latina trató a la teoría de Marx como a “la teoría del diablo”, no es difícil comprobar esta tesis, pues basta con preguntarle a las gente inmersa en la lógica del “sentido común” (Gramsci, 2001) sobre qué piensa del marxismo.
Por lo tanto, si existe una pretensión de hacer a la voluntad un acto revolucionario, se tiene que atender a intereses comunes para unirse a la lucha; estos principios pueden ser: tierra, libertad, trabajo, amor…, pues la voluntad responde ante la conciencia e inconciencia de aquello que se desea pero que no se tiene, además de que, como ya había expuesto anteriormente, responde ante la necesidad de un proyecto de “deber ser”. No se puede llegar a dar discursos de "relaciones de fuerzas", de "voluntad de poder", de "la dictadura del proletariado" así como así, se tiene que trabajar primero con los intereses más comunes y más básicos, para después llegar a plantear dilemas filosóficos más fuertes dentro del lenguaje popular. Aquí se entiende de manera mucho más clara lo que dice Gramsci acerca de partir del lenguaje popular para hacer una nueva filosofía.
Insisto en lo anterior porque ¿cómo se va a pensar un acto de voluntad revolucionaria si no es con lenguaje? ¿Cómo se pretende hacer la revolución desde un cubículo mientras solo se discuten “pedantes expresiones de raciocinios” (Gramsci)? La voluntad revolucionaria nace de la indignación por lo que ocurre, nace de poder dialogar con la realidad y de ahí la importancia del lenguaje popular como herramienta para hacer efervescencia en la indignación popular orgánica de voluntad revolucionaria.
Con lo anterior trato de hacer una provocación al intelectualismo pasivo pues generalmente desde ahí se ve al intelectual contrahegemónico (entendiendo a la contrahegemonía como el lugar de enunciación desde los “no somos”) como cerdo que se ensucia de realidad y que en su ensuciamiento se olvida de la filosofía, pero ¿acaso no está claro con las palabras de Marx? Marx en su segunda tesis sobre Feuerbach ya decía lo siguiente:
El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico (Marx, 2017).
Si hacemos una lectura profunda de estas palabras, nos daríamos cuenta de lo clave que es “la terrenalidad” o “la inmanencia” (si pensamos en traducciones más gramscianas) para hacer una filosofía de la vida desde la vida, porque ¿cómo es que se puede hablar de filosofía si no es de la vida misma?
Pero con esto no pretendo destruir la lucha intelectual ni convocar a la agitación o al activismo que desliga la razón de la pasión, pues sería falso pretender que pensar el mundo es una cosa ajena a la lucha revolucionaria y que el acto en sí mismo no podría ser potencialmente revolucionario.
Y finalmente, como última aclaración, habría que decir que “la prudencia de la voluntad” se está pensando para intelectuales que operan en campo abierto, pero no con la intención de negar labores intelectuales de otro tipo, pues hay luchas distintas que no pretendo desarrollar en este trabajo, pero que sin duda tienen un valor importante en la lucha por el modo de producción, reproducción o destrucción de los valores que se insertan en el sentido común. Es necesario que intelectuales de cierta naturaleza luchen contra los Chicago boys y contra los que están pensando en proyectos en servicio del capital y de proyectos en contra de la libertad humana.
Sobre una revolución de voluntad-cultura como revolución de la estructura
Una revolución cultural (en donde se encuentra la moral, la intelectualidad y la voluntad) implica necesariamente una revolución económica porque de ahí, se elevan sectores deprimidos de la sociedad, es decir, los subalternos, y por lo tanto, cambian las estructuras del sistema económico, por ejemplo, para que en México se reivindique de manera histórica al indígena, debe de caer el burgués que tiene arraigado dentro de su sentido común la lógica de explotación y de subordinación racial, en donde el indígena no tiene cabida dentro de la esfera activa de lo político por su "condición natural" de dominado y por ser el "recurso humano" de excelencia. Entonces, podría decirse que la voluntad abreva de la situación histórico-cultural y de la libertad humana.
De aquí me viene a la cabeza Nietzsche que ya decía: "Una tabla de los valores está suspendida sobre cada pueblo. ¡Atención!: es la tabla de sus superaciones. ¡Atención!: es la voz de su voluntad de poder" (Nietzsche, “De las mil metas y de la única meta”). En la tabla lo bueno es lo que se considera insustituible y difícil. Lo que permite dominar, triunfar y destacar se considera como el sentido de todas las cosas.
Lo anterior podría relacionarse con la hegemonía en Gramsci, que se inmiscuye en el pensamiento como sentido común que debe de ser criticado y sustituido para poder llegar a un nuevo bloque histórico. Y he aquí la tarea de todo filósofo orgánico: Todo filósofo que se pretenda de la praxis, debe de encargarse de hacer morir lo viejo y de hacer nacer lo nuevo[5] a través de la voluntad colectiva de su pueblo[6] pues, los hombres mismos son quienes se dan el criterio de bien y del mal, no viene del cielo, sino de la voluntad de poder hecha hegemonía. La tarea se sentencia a través de la premisa: Valorar es crear. Transvalorar los valores es transformar y transformar implica crear y destruir.
El ser y la voluntad
La premisa de este apartado es muy clara e inspirada en lo que dice Freiman pensando en Heidegger que lo entiendo como que el hombre al olvidar el ser se hace cosa y al hacerse cosa, hace cosa al mundo. El ser nos da condición de humanidad, es el fuego del espíritu de la voluntad. Solo donde hay ser hay voluntad.
El mundo muere porque para el hombre ya nada es más que cosa y utensilio. Ya lo veía bien Heidegger en los 30’s, pero de lo que se olvidó fue de que la hegemonía eurocéntrica (Dussel) niega el ser latinoamericano, por lo que no es coincidencia que en donde se niega el ser, sea donde es legal y hasta ignorada la explotación de nosotros como trabajadores de nuestras tierras. La cosificación de nuestra existencia nos ha llevado a pasar de “seres humanos” a “recursos humanos”, nos ha convertido en no-somos. Mientras los europeos se han preguntado por el ser, nosotros habríamos de preguntarnos por qué no somos. De ahí la importancia de la descolonización y de la filosofía como arma política, de ahí la importancia de desnegar nuestra existencia.
Mariátegui ve desde otro campo, pero también observa la necesidad de nutrir el espíritu como arma potencialmente revolucionaria, pues él ve muy bien que el espíritu es de donde nace la voluntad y ve que el espíritu no es algo abstracto de los individuos, sino que proviene de un devenir histórico y lo ejemplifica de la siguiente manera:
El indio pobre produjo un rico ocioso y dilapidador. Pero lo peor de todo fue que una fuerte asociación de ideas se estableció entre el TRABAJO y la SERVIDUMBRE, porque de hecho no había trabajador que no fuera siervo. Un instinto, una repugnancia natural manchó toda labor pacífica y se llegó a pensar que trabajar era malo y deshonroso. Este instinto nos ha sido legado por nuestros abuelos como herencia orgánica. Tenemos, pues, por raza y nacimiento, el desdén al trabajo, el amor a la adquisición del dinero sin esfuerzo propio, la afición a la ociosidad agradable, el gusto a las fiestas y la tendencia al derroche (Villarán, citado por Mariátegui).
Aquí resalto la importancia de la formación espiritual a partir de nuestra vinculación con nuestras relaciones históricas, pero niego el determinismo histórico que se podría dar a entender a partir de esta cita. El espíritu del ser-nosotros se da, desde esta noción, como una consecuencia de la historia, pero insisto en que no se reduce a eso.
Tanto el espíritu, como el ser, como la voluntad tienen causas y efectos históricos que condicional el actuar nuestro[7], pero siempre hay contingencia, acontecimientos y singularidades que exceden a un supuesto absoluto histórico, por lo que la voluntad pese a ser un salto de fe con conciencia histórica, tal y como ya se había dicho, siempre tiene la posibilidad de levantarse del peso negativo de la carga histórica, aunque nunca de manera total. En otras palabras, siempre existe la posibilidad de que cambien las relaciones de fuerza históricas y de liberarse de un poder dictatorial si se ejerce la voluntad de poder colectiva orgánica de algún grupo que sea prudente dentro de la fortuna y la virtú (Maquiavelo, 2014).
Conclusiones: El ser en proyecto y la voluntad
Finalmente, he de decir que la voluntad como condición indispensable de la constitución ontológica humana se expresa de manera múltiple y dinámica a partir de la experiencia humana, pues la voluntad, tal y como se ha insistido en el texto, parte de la contingencia, de las condiciones materiales de vida, de las relaciones sociales, de los proyectos, del espíritu (no como totalidad, sino como potencia) y desde luego del dinamismo entre estos campos de determinaciones, por lo que veo necesario acabar el texto de manera móvil, haciendo un ejercicio de congruencia con los movimientos de mi propio espíritu y de lo contingente, pero ante todo, haciendo un comentario último al estilo de Zaratustra, pues no veo mejor manera de demostrar mi voluntad si no dialogo al modo de uno de los grandes maestros de la voluntad y si no es haciendo una modificación del estilo del trabajo a partir de un ejercicio de voluntad creativa ante las relaciones de poder entre academia y estudiante:
¿Soy amor en proyecto?
Cantan los hombres de cabezas grandes que el rugir de mis entrañas no es ser, que el ser es lo que hace que el rugido sea rugido y no llanto.
Cantan los hombres de gran corazón que somos frascos con muchos hombres, que el ‘ser’ tiene un ‘somos’.
Cantan hombres con el rugir de sus entrañas que somos juego de distintas voluntades.
Otros cantan que yo soy mi propia voluntad. Pero ¿antes de mi voluntad un niño era un deseo? ¿Soy el olvido de un niño, soy inconsciente?
Los devotos al templo me niegan una parte de mí y los búhos me observan con recelo. Me veo confrontado a la negación de mí mismo y entonces, ¿quién es el que ve? ¿Acaso el que ve no es también la negación de su ser y su respuesta a la negación de su ser?
Si de algo estoy seguro es que soy vida en proyecto de muerte y soy muerte en proyecto de vida. Ridículos aquellos que desean la muerte por no tener vida ¡Qué contradicción!
Si yo soy negado, ¡El ser de mi vida, lo que me da sentido, está en encontrar lo que tengo perdido, lo que me fue despojado! ¡Soy revolución!
En mi ser yo me dono, la revolución que soy dona porque es amor. ¡Revolución, no seas ciega, sólo ves cuando encuentras amor y sólo eres amor cuando descubres que puedes ver!
Apéndice
La voluntad otorga sentido de vida
la verdadera vitalidad se encuentra en la libertad y en el ejercicio de la voluntad La voluntad no es la pasión de la acción, es la acción de la pasión
La voluntad de poder no solo es poiesis, también es praxis
La voluntad real es bastante similar a un acto de fe, pero necesariamente implica una conciencia histórica.
"La conciencia activa de la necesidad histórica, como protagonista de un real y efectivo drama histórico" (Gramsci, 2001), es decir, que es la conciencia de hacerse sujetos de historia a través de la memoria histórica
Voluntad colectiva es a la agrupación orgánica de las distintas conciencias históricas con un rumbo activo dentro de su proceso histórico
Voluntad es "afirmar y aceptar el camino que el hombre ha recorrido a ciegas" (Nietzsche, 2011)
La voluntad es la capacidad de ejercer la virtud dentro del devenir del drama histórico.
La voluntad es la conciencia de hacerse sujetos de historia a través de la memoria histórica.
La voluntad es el eje rector del camino hacia el deber ser
La voluntad abreva de la situación histórico-cultural y de la libertad humana.
Todo filósofo que se pretenda de la praxis, debe de encargarse de hacer morir lo viejo y de hacer nacer lo nuevo a través de la voluntad colectiva de su pueblo
Valorar es crear. Transvalorar los valores es transformar y transformar implica crear destruyendo.
El hombre al olvidar el ser se hace cosa y al hacerse cosa, hace cosa al mundo.
Referencias
Beauvoir, S. (2017). El pensamiento politico de la derecha. Obtenido de: http://www.sindominio.net/~bricolaje/TERESA/TERESA/Simonedebeauvoir.pdf
Fomm, E. (1996). El arte de amar. Editorial: Paidós Studio. Barcelona.
Freiman, J. (2011). Filosofía aquí y ahora. Heidegger y el Nazismo Obtenido de: https://www.youtube.com/watch?v=Q7MH5WI29Ho
Gramsci, A. (2001). Cuadernos de la Cárcel. Tomo 4. Puebla: BUAP.
Lefort, C. (SF). El momento Maquiaveliano reteorizado. (Copias)
Maquiavelo, N (2014). El príncipe. México: Tomo.
Mariátegui, J.C. (2002). Siente ensayos de intrerpretación de la realidad peruana. Distrito Federal: ERA.
Marx, K. (2017). Tesis sobre Feuerbach. Obtenido de: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm
Nietzsche, F. (2011) Así hablaba Zaratustra. México: Leyenda
Notas
[1] Esta idea podría complementarse claramente con lo que dice Gramsci en el cuaderno 11: "la conciencia activa de la necesidad histórica, como protagonista de un real y efectivo drama histórico" (Gramsci, 2001)
[2] Se utiliza el término de “policía” de Rancière
[3] O si lo pensáramos en términos foucaulteanos diríamos que las relaciones de poder (que son de carácter orgánico) en donde hay movilidad de las relaciones y cierto grado de libertad se tornarían en un estado de dominación en donde se impedirían las relaciones de poder.
[4] La voluntad de poder aparece por primera vez en Así habló Zaratustra de la siguiente manera: “Una tabla de valores está suspendida sobre cada pueblo. Mira, es la tabla de sus superaciones; mira, es la voz de su voluntad de poder.
“Laudable es aquello que le parece difícil; a lo que es indispensable y a la vez difícil llámalo bueno; y a lo que libera incluso de la suprema necesidad, a lo más raro, a lo dificilísimo; a eso lo ensalza como santo.” (Z. “De las mil metas y de la única meta”, p. 54)
[5] Idea inspirada en Gramsci
[6] Por las condicionantes a este texto de extensión hago caso omiso a la discusión de “pueblo” vs “multitud” y utilizo un lenguaje de carácter más popular.
[7] aquí vuelve a ser prudente mencionar el concepto de fortuna de Maquiavelo como referente de las condicionantes históricas, no como magia divina
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