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Estado de derecho: Estado de unos cuantos, caso Ayotzinapa

  • Miguel López Girón
  • 26 sept 2018
  • 6 Min. de lectura

Los hechos del 26 de septiembre del 2014

Haré una breve descripción de los hechos ocurridos en Iguala, Guerrero, pero antes quiero mencionar que éste relato es después de leer la obra de Anabel Hernández, La verdadera noche de Iguala (2016). Después de leer algunos fragmentos, entiendo que las acciones de los estudiantes de la normal se justifican por la brecha de desigualdad en derechos y accesos a recursos como estudiantes para una calidad educativa integral. En este libro, en el apartado donde se trata “Una semana antes. Los días clave” (2016), se habla de que es una tradición que en las escuelas rurales tomen camiones de las grandes capitales, o empresas, pues, para trasladarse a su evento importante. Una manifestación exigiendo mejoras en las escuelas normales y, sobre todo, en conmemoración del 2 de octubre del 68, otro año de violación brutal de derechos humanos por parte del Estado Mexicano.

Los estudiantes toman los camiones para transportarse, lo hacen durante casi un mes antes del 2 de octubre, pero algo paso esa noche: se tomó el camión equivocado. Quizás era ya la hora de que el Estado mexicano se destapara de nuevo, mostrara su verdadera cara, que sirve solo para los que le llegan al precio. Los jóvenes tomaron el camión equivocado: un camión atascado de droga. Y no solo se tomó el camión equivocado; aparte de tener un enemigo paralelo al Estado mexicano, que es el narco Estado, también el primero ya tenía previsto a las normales y, sobre todo, a los normalistas de Raúl Isidro Burgos, ubicada en la comunidad de Ayotzinapa, del municipio de Tixtla, Guerrero, como preocupación de seguridad nacional por las mismas prácticas, ya tradicionales, de tomar autobuses para su manifestación.

Así pues, esta primera parte queda en que el Estado mexicano ya fichaba como caso de seguridad nacional las rebeldías de los normalistas guerrerenses, aclarando también la colaboración de todo el cuerpo policial y militar del Estado mexicano con el crimen organizado contra los estudiantes y, así mismo, apuntalando también la participación directa del gobierno ejecutivo federal y no solo la municipal como se quería vender en el discurso oficial.


La determinación del gobierno o Estado

En las primeras declaraciones, siguiendo con la obra de Hernández, entre las páginas del apartado de La mentira histórica (2016) se menciona cómo desde la primera declaración de la Procuraduría General de la República (PGR), encabezada por el procurador Jesús Murillo Karam, se quería encubar, por así decirlo, toda la responsabilidad estricta y directamente al gobierno municipal. La relación de este nivel de gobierno con el cartel “Guerreros unidos” iba a ser la verdad oficial, pero la duda siempre prevaleció tanto para los padres de familia como para la sociedad civil organizada.

Se abrió una persecución judicial contra la familia municipal “los Abarca” para cerrar el caso, así como se realizó la detención de Sidronio Casarrubias, líder del grupo criminal Guerreros Unidos. Un error tan grande habría sido el tiempo en el que se tardaron en dar una versión de lo que la sociedad pedía. Casi un mes después, se lanza la primera rueda de prensa de esta situación según el libro el 22 de octubre de 2014 y, con ello, la desconfianza de la sociedad civil y los padres de familia se agudizó. ¡43 estudiantes desaparecidos y al Estado le tomó más de un mes para responder esta demanda!

El sistema televisivo, un sistema mediático que le sirvió a Peña para llegar a la presidencia, esta vez falló, no hubo aparato mediático que detuviera la desconfianza del relato del cuerpo institucional del gobierno o del Estado mexicano y, seguramente, el auge del uso mediático de las redes sociales digitales fue el que favoreció a que este hecho bárbaro no quedara impune.

Análisis teórico-práctico basado en este hecho

Podría pasarme el ensayo completo dando datos, estadísticas y números de investigaciones, pero no llegaría a nada con este análisis más que a un resumen ejecutivo de los hechos sin ir más allá del mero hecho en el que se violaron derechos humanos. Mejor me enfocaré en dar una visión politológica que pueda ampliar el análisis aclarando que, posiblemente, se noten tintes viscerales, pues no se puede ser "objetivo" ante un acto inhumano.

La desaparición de jóvenes universitarios de esta noche marca la inexistencia de un Estado de derecho para los que no lo pueden pagar. México, el Estado-nación fallido, como le llamaría Juan Luis Hernández en su obra El leviatán roto: el avance del Estado fallido en México (2016), es un Estado ilegitimo, un Estado que existe bajo el yugo de un Estado paralelo, que es el Narcoestado, o bien, si se quiere hacer una aseveración más precisa, se puede hablar de una situación aún peor: El Estado mexicano ya no es, ni siquiera, paralelo al Narcoestado, sino que este segundo se apropió del primero.

El Estado fallido, materializado en el hecho de Ayotzinapa, es aquél que está en una condición tal que “la fragilidad estatal lo lleva a realizar acciones de represión” (Hernández, 2016). Este Estado es incapaz de siquiera ocultar sus atrocidades como único recurso que le queda para subsistir y, a su vez, es ilegitimo, pues sus instituciones son incapaces de llevar un conflicto social por la vía del dialogo y, por tanto, nadie cree en sus instituciones (véase el recuadro de abajo). Todo esto se confirma en la noche en Iguala, donde un grupo de normalistas se manifiestan y el Estado actúa bajo la desaparición forzada combinando todas las fuerzas legitimas e ilegitimas para llevar tal acto.

Fuente: libro “El leviatán roto: el avance del estado fallido en México” de JL H. p.47

En este recuadro podemos vislumbrar perfectamente las características de un Estado fallido. Hay que poner atención en el último recuadro, el cual trata la legitimidad, pues puede apreciarse que en un Estado fallido las acciones de legitimación del statu quo se basan en la coacción. Es bajo ese Estado en el que vivimos, bajo ese Estado desaparecen 43 vidas dejando, no en segundo, sino en el último plano, los derechos humanos.

Conclusiones

Si le puse Estado de derecho: Estado de unos cuantos, caso Ayotzinapa a este pequeño desahogo es justo para ir más allá del hecho y del derecho, este Estado garantiza el estado de derecho y por tanto los mínimos del “Derecho Humano” en tanto que lo puedas pagar. Quizás puedo sonar pesimista y visceral, pero sé que esto no está alejado de la verdad y de la realidad. Incluso me atrevería a decir que la punta del bolígrafo con la que el Estado mexicano firma cualquier tratado para garantizar los derechos humanos es solo la punta de la daga en este Estado de muerte. La manifestación por las demandas para mejorar la calidad educativa de los compañeros estudiantes jóvenes era más legítima que el Estado mismo.

A cincuenta años del 2 de octubre, que no se olvida, y a cuatro años del caso Ayotzinapa, los hechos siguen impunes. El Estado siempre se sale con la suya, el derecho lo gozan unos cuantos, los derechos humanos o human rights, son solo derechos para la derecha. Los jóvenes mexicanos (con todo lo que mexicanos signifique) vivimos en un Estado sin oportunidades, donde por protestar y gritar las injusticias políticas, económicas, educativas, etc. se nos mata.

El estatus de este caso, con la llegada de un gobierno de “izquierda” que prometió esclarecer este caso pasará solo como consolación sin que de facto haya una verdadera justicia. Recordemos la obra de Anabel Hernández, que termina con una nota diciendo que “el derecho a la verdad es un derecho fundamental por el que hay que luchar todos los días” (2016).

Ese es el país y el Estado que nos tocó en nuestra época o quizá, el que ha sido siempre, donde hay que luchar para tener un poco de derecho. El Estado-nación mexicano falló en este sentido: no cumplió con su fundamento principal, que es garantizar el estado de derecho sin discriminación.

Como joven estudiante Tseltal me causa indignación, pero sobre todo me tiene en alerta siempre. La lucha es diaria y no hay que olvidar que si los hombres se organizan, el sistema tiembla; si las mujeres se organizan, el sistema tiembla aún más; pero si los hombres y las mujeres se organizan, el sistema comienza a derrumbarse. El statu quo se mantendrá mientras sigamos apáticos, mientras nos "organicemos desorganizados", es decir, desarticulados sin un horizonte común. Si eres joven y no sientes indignación y no tratas siquiera de cambiar algo de lo que pasaron y siguen pasando muchos compañeros jóvenes en nuestro país, es hasta una contradicción biológica, tal y como diría uno de los grandes iconos revolucionarios de Nuestra América. Que no nos espante nuestra realidad porque es en la que vivimos.

Nos quisieron enterrar en el olvido y se les olvidó que éramos semillas.


Referencias

Hernández, A (2016). La verdadera noche de iguala. Ciudad de México: Grijalbo

Hernández, J.L. (2016). El leviatán roto: el avance del Estado fallido en México. Morelos:Axial


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